Informe XXI de la Sociedad de Escuelas Británicas i Estranjeras
a la junta general celebrada en Londres el 15 de Mayo de 1826 con su apendice
En este informe se da una concisa noticia do los trabajos de la Sociedad londinense, cuyo objeto es propagar la instrucción elemental en todos los pueblos, y particularmente en las clases inferiores abandonadas casi en todas partes a la mas tenebrosa ignorancia, y por consecuencia a la superstición y la depravación. Nuestro primer deber es tributar a este cuerpo, a nombre de la América, nuestra gratitud por sus servicios a la casa de la especie humana, y particularmente por el esforzado y generoso empeño que ha tomado en la difusión de las luces y de la moral en nuestro continente. Su informe presenta el campo mas basto a que jamás ha extendido su acción al espíritu de una desinteresada filantropía.
La Gran Bretaña, Irlanda, Dinamarca, Suecia, los Países Bajos, Francia, Grecia, África, la India Oriental, la Persia, la América, las Islas de la mar del Sur, tienen ya gran número de escuelas fundadas bajo los auspicios y según el método de la Sociedad central de Londres y en muchos de estos países se han establecido también sociedades que comunican y cooperan con ella en la grande obra de la civilización universal. Nosotros nos limitaremos á extractar del apéndice lo relativo á nuestros estados, en que vemos con particular complacencia la parte activa que el clero secular y regular ha tomado espontáneamente en esta santa empresa. Quiera el cielo conceder a la Sociedad de Londres y a sus dignos cooperadores en ambos mundos la más dulce de todas las recompensas, que es la de ver prosperar sus trabajos, mejorándose las costumbres con la educación, y dando así sus cimiento indestructible al imperio de la libertad y las leyes.
En un informe del Sr. don Vicente Rocafuerte, ministro mejicano, hallamos las noticias siguientes: "La primera escuela Lancasteriana se abrió en Méjico de 22 de Agosto de 1822 y por una de aquellas ocurrencias singulares a las revoluciones, las salas de las inquisición, aquella enemiga declarada de la luz, fueron trasformadas en un plantel de ciudadanos ilustrados y hombres. Enseñase á 300 niños en esta escuela según el nuevo sistema. Alguna tiempo después el gobierno franqueó á la asociación lancasteriana de Méjico el grande y hermoso convento de betlemitas, en que se formó otra escuela, dividida en tres departamentos, y dirigida por dos profesores, perfectamente instruidos en el sistema. En el primero, proporcionado para 660 niños, se les enseña á leer, escribir, y contar, y aprenden además el catecismo religioso y político, las Aritmética, la Gramática y ortografía castellana; contribuyendo sus padres, si tienen medios, con un peso mensual. El segundo contendrá 400 que pagarán dos pesos al mes, y servirá de matriz ó escuela central, en que se forman maestros y profesores para distribuirlos en las provincias, hasta que, llenándose los deseos del gobierno mejicana no quede una sola aldea en el territorio de la confederación que no tenga su capilla, su escuela lancasteriana y su imprenta. En el tercero habrá 300 niños, que pagarán tres pesos por mes y aprenderán latín, francés, matemáticas, geografía, dibujo, según el método lancasteriano.
En 1823 se introdujeron en Méjico las lecciones que se usan en Londres sacadas de la Sagrada escritura, sin nota ni comento alguno, y aunque se opusieron algunos de ello, alegando era prohibido leer extractos de la biblia sin notas, prevaleció la opinión contraria, apoyada por el Secretario de la Asociación, el Señor Gandera, sujeto de mucha virtud y celo por la religión."
En cuanto a los otros estados americanas nos referimos[1] á la carta siguiente de Mr. James Thomson, á la escuela central de Londres. El espíritu de caridad cristiana, que anima a este distinguido filántropo, su actividad, su celo verdaderamente apostólico, en promover la obra de la sociedad de Londres, son conocidos del uno al otro extremo de la América meridional, y exceden á toda alabanza. La sencillez y las amable modestia que brillan en la carta de Mr. Thomson creemos la harán particularmente grata á nuestros lectores.
A la Comisión de la Sociedad de Escuelas Británicas y Extranjeras.
Londres 25 de Mayo de 1826
"Señores,
"Cumpliendo con vuestros deseos, voy a daros un consejo del adelantamiento y estado actual de la educación en la América de Sur.
"Comenzaré por Buenos Aires, y hablaré de los otros estados en el orden en que los he recorrido. Cuando salí de Buenos Aires en Mayo de 1821, había en aquella cuidad ocho escuelas de niños protegidas por los magistrados; y todas conducidas , más o menos, conforme a vuestro sistema. Habría, según creo, como otras tantas escuelas en las aldeas vecinas, también bajo el cuidado de los magistrados, pero no se habían reducido todavía a vuestro sistema. Yo visité algunas de ellas para organizarlas con arreglo a el, pero los incesantes alborotos políticos de aquella desgraciada época impidieron se llevase a efecto la reforma.
"A mi salida de Buenos Aires se pusieron las escuelas bajo la dirección de un eclesiástico muy respetable, que yo creía fuese capaz de conducirlas bien; pero sea que no poseyese bastante el sistema o que quisiese aplicarlo con algunas modificaciones, lo cierto es que las escuelas, lejos de adelantar se atrasaron. Así continuaron las cosas algunos meses, hasta que las sociedad que se había formado poco antes de mi partida, se reorganizó y sacudiendo el letargo tomó a pechos la reforma de la educación según vuestro sistema. Mucho se ganó con esto; y tengo el gusto de deciros que he recibido noticias recientes de que la sociedad sigue trabajando con eficacia, y probablemente logrará más y más fruto cada año. Habiendo vosotros encargado que os nombrase los individuos con quienes me pareciese que podíais llevar correspondencia para promover la educación universal, objeto de vuestros cristianos trabajos, os hable de don Bartolomé Muñoz, dignísimo eclesiástico, secretario de la antedicha sociedad, que animado de una activa benevolencia, se interesa vivamente en él. Con este sujeto podéis entenderos utilísimamente y estoy seguro de que será gran satisfacción para el y para la sociedad toda el recibir carta vuestra, y ayudaros en esta santa causa.
"No se os he dicho en mis cartas que las primeras juntas de esta sociedad se celebraron en el principal convento franciscano de Buenos Aires. Circunstancia es está digna de mencionarse, por cuanto muestra la liberalidad del clero en el asunto de la educación. El provincial de la orden, fray Hipólito Soler, que residía en aquel convento, se prestó a ello de muy buena voluntad, y jamás olvidaré el agrado y cortesía que le debí cuantas veces tuve que ocurrir a él, que fueron muchas. El guardián nos hizo también mucho favor. A la lista de nuestros excelentes amigos en aquel clero debo añadir el respetabilísimo deán don Diego Zavaleta, cuyo sobrino don Ramón Anchoriz nos ha hecho también muy buenos oficios, y mil veces me alentó a no desistir de la obra, y a luchar contra los obstáculos que se ofrecían.
"He mencionado la actividad de este cuerpo en abrir escuelas. Debo también decir (y lo hago con particular complacencia) que el empeño mostrado en ello por el Gobierno bajo la dirección de don Bernardino Rivadavia, ha tenido gran parte en el adelantamiento de nuestro noble objeto. Este caballero, dando a sus conciudadanos lecciones y ejemplos de la verdadera sabiduría política, y patrocinando con el mayor celo la difusión de los conocimientos útiles y de la educación popular, es uno de los que más han contribuido a elevar su patria al primer lugar (que sin duda ocupa) entre lo nuevos estados americanos. Su nombre quedará asociado para siempre con la época mas gloriosa de la revolución argentina, y largo tiempo se le mirara como el mejor de sus bien hechores. Acaban de llegar noticias de habérsele elegido presidente de las provincias unidas de Rio de la Plata, justa y honrosa recompensa de sus servicios en la regeneración de la independencia, y de la unión. Mucho hay que esperar de los esfuerzos del Sr. Rivadavia en el territorio de la federación. Creo que la sociedad debería escribir felicitándole por su elevación a la primera magistratura, y conozco bastante sus sentimientos, para asegurar que accedería gustoso a cualquier plan que la sociedad sugiriese para el establecimiento de escuelas provinciales.
"Por los medios arriba dichos ha crecido considerablemente el número de escuelas en Buenos Aires después de mi partida. El Rev. Mr. Armstrong, en carta que acaba de recibir la Sociedad Bíblica, le dice alcanzan a ciento, y que se educan en ellas como 5,000 individuos. Refiere además Mr. Armstrong haber regalado 500 ejemplares del Nuevo Testamento a dichas escuelas de parte de la Sociedad Bíblica, y que espera se usará antes de mucho tiempo este precioso libro en todas.
"A mi salida de Buenos Aires existía ya una excelente de niñas, conducida según el sistema británico, y se educaban en ella 250 personas. La organizo don José Catalá, natural de España, y activo promovedor de la educación. El fue el primero que estudió nuestro sistema en Buenos Aires, y habiéndoselo nombrado maestro de la escuela central, continuó en este encargo hasta pocas semanas antes de dejar yo aquella cuidad.
"En una de mis cartas os informe de mi visita a Monte Video, donde fui muy bien recibido por el vicario don Dámaso Antonio de Larrañaga, eclesiástico de entendimiento liberal e ilustrado, y grande amigo de la educación. Este respetable individuo presento a los magistrados los proyectos de establecimiento de escuelas según el método británico, y en consecuencia se me autorizó para que les enviase un maestro, ofreciéndole 1200 pesos de salario al año por todo el tiempo que estuviese ocupado en organizarlo y dirigirlas.
"El sujeto que me pareció más idóneo para este encargo fue el don José Catalá de quien dejo mención, el cual se trasladó allá con un surtido de los artículos necesarios para empezar. Sus progresos fueron lentos al principio, a causa de la guerra en que estaba envuelta la provincia; pero después adelanto bastante. Este mismo Catalá había organizado en Buenos Aires según el plan lancasteriano una escuela al cuidado de Mrs. Hine, con esta particularidad que la enseñanza era un día en ingles y otro en español. He tenido frecuentes noticias de la prosperidad de esta escuela, y me escriben que juventud de Buenos Aires muestra grande afición a la lengua inglesa, y hace rápidos progresos en ella.
"En esta reseña de las escuelas de Buenos Aires hay muchos motivos de satisfacción y regocijo para todos aquellos que se interesan en el bien estar de sus hermanos, y que para obtener este fin, emplean el más eficaz de todos los medios, que es la educación. Al ver como crecen estos rebaños juveniles, y se extiende y arraiga en sus tiernas almas el conocimiento de la más pura religión y moralidad, leyendo los divinos oráculos, y penetrándose de la sagrada doctrina de Jesu-Cristo, se llena de placer y esperanza el corazón, y no dudo experimentará iguales sentimientos la comisión de la Sociedad de Londres, y concebirá aliento para nuevos esfuerzos en beneficio de aquel país. Persuadido de vuestras favorables disposiciones, me atrevo a sugerir que se envié a Buenos Aires una persona de talento, perfectamente instruida en vuestro sistema, para que se ocupe en diseminar establecimiento de educación por todo el territorio de la federación argentina. Repito con este motivo mi intima convicción de que el presidente don Bernardino Rivadavia se presentara gustosísimo a vuestras miras.
"Llamo ahora vuestra atención a las provincias de Mendoza y San Juan, que forman parte de los estados del Rio Plata. Visité estas poblaciones en 1822, y encontré un gran deseo de establecimiento de educación. Mi excelente amigo el Dr. Gillies, que residía entonces, y reside todavía en Mendoza, ha contribuido mucho a inspirar este deseo, y hacia cuanto le era posible por satisfacerlo. Movido de sus continuas instancias, visite yo aquellos pueblos, y debo confesar que me dio gran gusto el espíritu de liberalidad y el ansia de instrucción que empezaban a desarrollarse en ellos. El gobernador de Mendoza era uno de los mas empeñados en el establecimiento de escuelas. A pocos días de mi llegada se formó una sociedad con este objeto, y se presentó una petición al gobernador, solicitando se pusiere a disposición de ella una pequeña imprenta que pertenecía a la cuidad, a fin de imprimir lecciones para las escuelas, y destinar a la manutención de estas la corta ganancia que pudiese reportarse de otros objetos a que se aplicase la imprenta. Accedióse a ello inmediatamente. De esta prensa ha salido por algún tiempo un periódico que ha esparcido ideas útiles. Durante mi residencia allí, se formó una escuela de niñas y se daban pasos para el establecimiento de otras destinadas a varones, como se efectuó después. Pero cuando todo presentaba tan buen aspecto, asaltó una furiosa tempestad a nuestros amigos, y por poco no sucumbieron a los ataques de fanatismo. Los enemigos del bien prevalecieron; pero su triunfo fue breve: la verdad apareció otra vez, y venció y afirmó su imperio. Los individuos que se habían ligado para el beneficio de país, y cuyas buenas intenciones embarazo algún tiempo esta oposición forman ahora el gobierno, y tienen facultades bastantes para ponerlas en obra.
"En la provincia de San Juan hallé mucho individuos celosos por el adelantamiento de la educación. Otros sin duda tenían miras y sentimientos contrarios. Expidióse por el gobernador una circular impresa a todas las personas de nota, convidándolas a una junta para discutir el punto de establecimiento de escuelas. Muchas concurrieron; hubo votos a favor, y votos en contra. El gobernador sostuvo nuestra causa, y cerró la junta, significando era la intención del gobierno promover los establecimientos de educación del mejor modo que pudiese. Yo dejé algunas lecciones bíblicas para las escuelas de aquel cuidad, como lo había hecho en Mendoza, cuyo precio igualmente que mis gastos de viaje, se me pagaron por los respectivos gobernadores.
"Antes de pasar adelante, deseo decir algo de la meritoria conducta de don Salvador Carril. En la junta de que acabo de hablar, fue este individuo uno de nuestros más esforzados defensores, e instó con mucho calor a que se adoptase el plan propuesto. Algún tiempo después se le eligió gobernador, y colocado en este empleo, quiso valerse de todo su influjo para el establecimiento de la libertad religiosa en su provincia nativa. Me es extremo grato deciros que su empresa tuvo el más completo suceso. Don Salvador Carril ha tenido la gloria de dar este ejemplo, siendo su provincia la primera de todas las de América que se ha declarado por la libertad religiosa. El 6 de Junio de 1825 dio principio esta era tan importante para los nuevos estados. El gobierno de Buenos Aires adoptó igual medida; pero el primer honor se debe a San Juan y a su gobernador Carril.
Tampoco debo pasar en silencia a Mr. Rawson de los Estados Unidos, que ha residido largo tiempo in San Juan, y tomado parte en cuanto se ha hecho por el bien de país.
Con respecto a las otras provincias del Rio de la Plata (Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, Paraguay, Tucumán, Salta y Córdoba), es poco lo que puedo decir: sino que creo que la educación está en malísimo estado. Pero el espíritu que ahora reina hace probable se le dé la mejor acogida a cualesquiera planes dirigidas a extenderla y mejorarla particularmente con el apoyo y protectora solicitud del presidente don Bernardino Rivadavia.
"Antes de atravesar las pampas, debí haber hecho mención de otra escuela y sociedad lancasteriana, situadas a 500 millas al sur de la ciudad de Buenos Aires cerca de la boca del Rio Negro, donde hay una pequeña población y fortaleza. El Coronel Oyuela, que fue nombrado gobernador de aquel distrito pocos meses antes de mi partida para el lado occidental de continente, asistió a nuestra escuela central a aprender el sistema y al trasladarse a su nuevo destino, llevó consigo un surtido de lecciones. Después supe que había tratado de interesar en ello a los habitantes, y que en efecto había logrado establecer una escuela y formar una pequeña sociedad para costearla, contribuyendo los vecinos con lo que podían, lo cual convertido en dinero se aplicaba al establecimiento. Si todos los gobernadores tuviesen igual celo que el coronel Oyuela por el bien de los pueblos, presto veríamos la ignorancia y el error desterrados del mundo.
"El sistema británico empezó en Chile en Julio de 1821. El Director don Bernardo O’Higgins manifestó un sincero deseo de ver propagado la educacion por todo el país, y estaba siempre pronto a oír y examinar cualesquiera planes que se le presentasen para perfeccionar el método de enseñanza. El Secretario de Estado don Rafael Echeverría mostraba también mucho interés en ello. Establecieronse tres escuelas en Santiago, un en Valparaíso y otra in Coquimbo; y algunos meses antes de dejar yo a Chile llego allá Mr. Eaton, enviado de Londres por don Antonio José de Irisarri, a plantar el sistema de Lancaster. El gobierno trataba de enviar a Mr. Eaton a Concepción para abrir escuelas en aquella provincia; pero como representásemos al Director cuanto mejor sería concentrar nuestros trabajos en la capital y distribuir desde allí maestros capaces a los pueblos del estado, se consintió en que Mr. Eaton permaneciese en Santiago. Allí seguimos trabajando, hasta que recibí yo una invitación de General San Martin, para trasladarme al Perú. Considerando la importancia de esta proposición, y los medios que así se ofrecían de extender y propagar la educación en un país tan interesante, considerando por otra parte que Mr. Eaton quedaba en Chile, y creyendo que bajo su cuidado sería fácil conservar lo hecho, y aun generalizarlo a todo el territorio chileno, resolví pasar al Perú. Mis esperanzas sin embargo no se realizaron, porque Mr. Eaton cayó enfermo poco después, y tuvo que volver a Inglaterra.
En consecuencia de esta desgracia decayó la causa en Chile, y creo que las escuelas establecidas antes de aquella fecha se hallan ahora en muy deplorable estado, si es que no se han abandonado enteramente. Mucho es de sentir, que la grande obra de la educación sufra tanto en Chile, progresando tanto en otras partes. Estando yo en el Perú, recibí noticias del rumbo que llevaban las cosas, y del fin en que probablemente vendrían a parar, a menos que yo tratase de volver, o enviase un maestro capaz. A pesar de mis deseos de volver a Chile, no me atreví a verificarlo, temeroso de otro contratiempo igual en el Perú. Resolví pues procurar un maestro que fuese en mi lugar; pero entretanto el ejército español se apoderó de Lima, y el General Rodil que mandaba en el Callao no quiso permitir la salida del maestro, aunque se le representó sobre ello.
"De los representantes del gobierno de Chile en Londres he sabido que se ha sentido mucho en aquel país el atraso de las escuelas, y que se anhela remediar el mal sin dilación. Paréceme pues que convendría enviar una persona competentemente instruida, que reuniendo las cualidades necesarias, no dudo hallaría la mejor acogida, y haría mucho bien al país. Para que sirva de gobierno y de satisfacción al que tome sobre sí este en cargo, debo decir que el clima de Chile es delicioso, y sus habitantes, según yo creo, de mejor moral, que los de otra parte de América de las que yo he visitado.
"Las personas con quienes pudierais seguir correspondencia en Chile, son: el actual Director, General Freire, don Rafael Echeverría, don Camilo Henríquez, y don Manuel Salas. El general Freire, quien tuve ocasión de ver en Santiago, se me mostró tan complacido de las buenas esperanzas que daba nuestro método, como inclinado a favorecer su establecimiento en Concepción, de cuya provincia era entonces gobernador; y estoy seguro de su cordial cooperación con la sociedad en todo lo que ésta emprendiese tocante a Chile, así como de los buenos oficios de los otros tres individuos que dejo nombrados. El Sr. Echeverría, con el objeto de animar el establecimiento, enviaba sus propios hijos a la escuela central, a donde concurría frecuentemente por la tarde, cuando sus ocupaciones no se lo embarazaban. Don Camilo Henríquez trabajaba, y aun creo que trabaja en ilustrar a sus compatriotas en ésta y otras materias, publicando una obra periódico en que se trata de ellos exclusivamente. Don Manuel Solas, de quien os he hablado en mis cartas de Chile, es hombre ya entrado en años y que solo piensa en procurar la felicidad de su patria por todos los medios posibles, entre los cuales mira la educación como el mas propio para producir bienes permanentes. Solo me resta decir con respecto a Chile que don Mariano Egaña, Ministro de aquel gobierno en la corte de Londres, está pronto a daros cuantos auxilios y noticias pueda en prosecución de este objeto.
"Llegue al Perú en Junio de 1822, y no tardé en daros cuenta por menor de las escuelas que se establecieron allí. Pero estos días de prosperidad fueron poco después anublado por la guerra. Habíanos dado ya este azote mucho que sufrir, particularmente en Buenos Aires; pero las ocurrencias del Perú fueron, (a lo menos para mí) de una especie nueva. Nuestras guerras anteriores habían sido entre nosotros mismos, y cualquiera partido que dominase, las escuelas seguían, con poca o ninguna molestia, pero en Lima llegamos a estar en contacto con los españoles, declarados mantenedores de la ignorancia a lo menos en cuanto concierne a la América. Dos veces cayó Lima en su poder durante mi residencia en aquel país. La primera vez salí de la cuidad, acompañándome con algunos millares de fugitivos. En esta su primera visita, estuvieron cerradas nuestras escuelas tres meses. La segunda vez, deseoso de evitar igual interrupción, me quedé en la cuidad, y las escuelas continuaron pero no con la prosperidad que era de desear. Después de haber permanecido allí seis meses bajo el dominio español, viendo que no era posible avanzar, me dirigí hacia el norte, y sucesivamente a Inglaterra.
"La escuela central establecida en el convento de dominicanos de Lima contenía, a la entrada de las tropas españoles, 230 niños, y seguía bastante bien: otra escuela se abrió según el mismo plan, con 80 discípulos; y en ambas se usaba como principal libro de escuela el Nuevo Testamento impreso por la Sociedad Bíblica de Londres. Este sagrado libro leían los niños de las clases superiores, y se les hacían preguntas sobre su contenido. Llevábanle también a casa, y allí aprendían algunos pasajes de memoria, los cuales se recitaban después en la escuela, confiriéndose premios a los que sobresalían en la exactitud e inteligencia de ellos. Manejábanse asimismo libros impresos que contenían pasajes escogidos de las escrituras, y algunos padres mandaban a pedir ejemplares de ellos; extendiéndose de este modo el conocimiento de la palabra de Dios, y acaso también la veneración y obediencia a los divinos oráculos.
"No estoy seguro de haberos hecho mención antes de ahora de un estimado y hábil colaborador mío, y creo faltaría a mi deber, si pasase en silencio el nombre y carácter de este individuo. Hablo de don José Francisco Navarrete, sacerdote de Lima. Habiéndole conocido dos años, y disfrutado la mitad de este tiempo el beneficio de su celosa cooperación, no puedo menos de recomendarle a la atención de la Sociedad para la prosecución de sus miras en aquel estado. Tres cartas he recibido suyas después de mi vuelta a Inglaterra, y por ellas he tenido el gusto de saber que continúa promoviendo con fervor la enseñanza de la juventud, y que las escuelas que están a su cargo prosperan. Informóme de haberse organizado en Guánuco una escuela, dirigida por un hijo de aquella cuidad, que asistió algunos meses a nuestros establecimientos, mientras yo estaba en Lima. Guánuco está bellísimamente situado para una escuela, en medio de un país interesantísimo y es como la llave de la numerosa inculta población que habita orillas de Huallaga, el Ucayali, y el Amazonas. Guánuco es un punto central desde donde creo que pudiera hacerse mucho en beneficio de aquellas pobres gentes, que a pesar de haberles cabido en suerte una de las más fértiles regiones del globo, viven errantes, casi desnudos, sin lo necesario aun para satisfacer el hambre, en absoluta ignorancia de todas las artes y comodidades, y lo que aun es más lamentable, sin que penetre a sus almas una vislumbre de mundo venidero, y de la felicidad eterna a que somos llamados en Jesu Cristo. Roguemos al cielo, que empiezan a recibir estos infelices gentiles alguna educación; que se ponga en sus manos la santa escritura; y que baje sobre ellos el espíritu de Dios, como lo hizo en otro tiempo sobre nosotros, para que sean lavado sus culpas y alcancen gozar la herencia de los santificados.
"Otra favorable circunstancia ha ocurrido después de mi partida del Perú, con respecto a la parte de que acabo de hablar. En Ocopa, no lejos de Guánuco, había subsistido por muchos años un convento de religiosos por la mayor parte europeos. Hase mudado el instituto de este convento; y en vez de ser, como era antes, un semillero de frailes, se le ha convertido en un seminario para la educación de la juventud según el sistema británico, y sus cuantiosas rentas se han aplicado a este objeto: feliz transformación que se debe enteramente al General Bolívar. Después de referir este hecho, parecerá superfluo decir más acerca del carácter de Bolívar, pues por lo dicho se echa de ver suficientemente, que procura la felicidad de América, no solo combatiendo por ella, sino también por los medios suaves de la instrucción temprana; que son sin duda los mas eficaces. Creo con todo que debes añadir dos hechos mas, en prueba del vivo interés y alentados esfuerzos de Bolívar en la causa de la educación. Algunas meses después del decreto para la reforma del hospicio de Ocopa, expidió otro mandando se estableciese una escuela central según el método de Lancaster en cada capital de provincia del Perú, para que de estas escuelas centrales se enviasen maestros a todos los demás ciudades y aldeas: providencia la mas a propósito para difundir rápidamente la instrucción. Pero no contento con esto, dispuso también que de cada provincia del Perú se enviasen a Inglaterra dos jóvenes, para que recibiesen a expensas del gobierno la mejor educación posible, de manera que concluidas sus estudios vuelvan a su patria, a trabajar en la grande empresa de la ilustración general. Estoy seguro señores, de que esta sencilla exposición bastara para interesaros vivamente a favor de tan meritorio individuo, ensalzado por el Omnipotente para bien de sus compatriotas y para poner fin al reinado de la opresión y la ignorancia, en que gemían.
Diez de los jóvenes enviados por Bolívar han llegado a Inglaterra, y se instruyen cerca de Londres: uno de ellos era monitor de nuestra escuela central de Lima; los restantes llegarán en breve. Me sirve de gran satisfacción poder confirmar con tan incontestables pruebas la opinión que tiempo hay os manifesté acerca de este grande hombre, después de haber tenido el gusto de conversar con él sobre la materia. Sin duda tenéis presente su donativo de 20.000 pesos a Mr. Lancaster para las escuelas de Caracas.
"En el lustre de Bolívar, se me había casi olvidado otra cosa que tenía que decir de nuestro amigo Navarrete, hombre que para hacer tanto como Bolívar en la causa de la educación, no hay menester más que iguales medios. En una carta suya, llegada recientemente a mis manos me dice haber obtenido del gobierno que se destine para escuela de niñas parte de un Convento de monjas situado al lado de la escuela central de varones, establecimiento que deberá ser centro y el modelo para la educación de sexo femenino, de la que hay grandísima falta en el Perú. ¡Prospere Dios los afanes de nuestro caro amigo, y embálsame su memoria el perfume de las bendiciones de las buenas madres, hijas y hermanas en las edades venideras!
"Sabéis, señores, que no trato de volver al Perú, y que mi intención es fijarme en otra parte de América, y pasar allí los días que me restan. Me atrevo, pues a recomendaros enviar al Perú una persona idónea, que trabaje con actividad en la organización de escuelas, en la segura inteligencia de que hallara buena acogida, y será inmediatamente colocado.
"Poco os he dicho antes de ahora con respecto a la educación en Colombia, y eso poco se contiene en una carta de Quito, de mes de Noviembre de 1824. Allí os dije que se trataba de establecer un seminario para la enseñanza de niñas en aquella cuidad destinando a ello un monasterio de religiosas; proyecto que tiene sus dificultades, y cuyo progreso no puedo hablar con individualidad, aunque miro como seguro su logro. En una carta de uno de los miembros del congreso he visto la noticia (y es lo mas reciente que ha llegado a la mano) de estar ya para discutirse esta materia en aquel cuerpo. Espero que antes de largo tiempo tendremos el gusto de saber que se ha obtenido el más completo suceso: y por consiguiente creo que convendría poner los ojos desde ahora en una persona a propósito para la organización de esta escuela, punto que me ha parecido digno de inculcarse, por las benéficas consecuencias que puede tener sobre la cultura y prosperidad de aquella gran ciudad (la mayor de toda Colombia) y del populoso y bello distrito que domina.
"En mi transito de Quito a Bogotá vi tres escuelas según el plan británico de monitores, una en Yahuara y dos en Popayán, una de estas para cado sexo. El establecimiento de estas escuelas en las provincias de Colombia es la ramificación de un plan general, cuyo centro se halla establecido tiempo ha en la capital Bogotá. Luego que llegué a esta cuidad fui a visitar la escuela matriz; pero no pude ver al director del establecimiento, como lo deseaba, para tomar informes del numero y fruto de las escuelas provinciales. El director estaba entonces ausente, visitando algunas de las provincias y tratando de establecer escuelas en ellas. No puedo pues deciros qué número de escuelas existía, pero tengo fundamento para creer que es el suficiente para dar aliento y esperanza a los amigos de la educación, y que sigue aumentándose.
Recibí del Sr. Restrepo, Ministro del Interior, ejemplares de las lecciones que se usan en las escuelas, y es sensible no ver allí la Sagrada Escritura, ni extracto alguno de aquel inestimable volumen, dictado para nuestra felicidad y consuelo, en la juventud y en la vejez, en el tiempo y en la eternidad. Con esta sola excepción son buenas las lecciones, y bajo todos respectos superiores a la broza que solía darse a leer a los niños americanos. Una parte de ellas merece mencionarse. Léese en las escuelas la constitución del Estado. De este modo aprenden los niños desde su infancia las instituciones que los rigen, lo que deben a su país como ciudadanos, y lo que se deben unos a otros; cosa que me parece digna de imitarse en otros países. Es de esperar que el plan adoptado para imbuir la tierna alma del niño de este temprano informe de su gobierno y leyes nacionales, se extenderá en breve a los estatutos de Dios, revelados en los sagrados libros.
"No habiendo visitado las provincias de Centro-América, es poco lo que puedo decir de estado de la educación en ellas, y eso por informes ajenos. Entiendo que se han establecido escuelas en la capital y en otras partes, aunque no sobre el plan monitoreo. Los señores Zebadúa y Herrera, representantes del gobierno en Londres, me aseguran que han allí gran deseo de procurarse un buen profesor de este sistema para fundar una escuela central y sucesivamente otras en el territorio de la república. Espero que la Comisión tendrá presente esta parte de América como las otras arriba mencionadas, cuando se le proporcionen maestros que posean las cualidades necesarias.
"Me falta solo hablar de Méjico; pero en esta parte basta remitirme a la interesante comunicación de nuestro excelente amigo don Vicente Rocafuerte, encargado de negocios de aquel gobierno.
"En la reseña que acabo de hacer del estado y progresos de la educación en Hispano-América, se presentan sin duda muchos motivos de satisfacción y esperanza para todos aquellos que se complacen en acelerar la carrera de los conocimientos, y contribuir a la dicha del género humano. Prescindiendo de lo que se ha hecho en los pocos años de libertad que han gozados estos pueblos, basta para inspirar las más alegres esperanzas contemplar los sentimientos que ya se desarrollan en aquel continente, y el celo de todas las clases en el importante asunto de la educación. Durante los siete anos que residí en él, tuve que tratar con gentes de todas condiciones y estados y por su modo de expresarse, como por otros medios, creo haber llegado a entender cuál es el modo de pensar del pueblo, y cuáles sus deseos en esta materia; y puedo asegurar sin la menor vacilación, que la voz pública se ha declarado decididamente por la educación universal. A nadie oí decir allí lo que todavía se oye decir en otras partes, “que no se debe dar instrucciones a los pobres”. Contrarios son de todo punto a estos sentimientos los de los clérigos y lejos, gobernantes, y gobernados en América. Echando pues una mirada sobre toda la escena y extendiendo la vista a lo por venir, creo que el adelantamiento de la cultura intelectual y moral en aquel vasto y hermoso continente, nos ofrece una perspectiva brillantísima; juicio, señores, que estoy seguro no dará a nadie más complacencia y satisfacción, que a Vosotros."
Senores,
Tengo la honra de ser con el mayor respeto,
Vuestro mas obediente servidor,
James Thomson
(El Repertorio Americano, Tomo II; Londres, 1827: pág. 58-80.)
[1] Nota: El editor de la revista fue Andrés Bello. (BM)